La profesionalización de la gestión cultural es reciente, pero desde hace años comenzó a perfilarse en áreas del sector público y privado. Su labor, consiste básicamente en la administración, dirección y organización de los recursos culturales de una sociedad. Su importancia radica en el hecho de que las actitudes de identidad de un pueblo están grabadas en su propia cultura y son rasgos que desarrollan distintas sociedades mismas que establecen su personalidad: lengua, moral, costumbres, filosofía, derecho, folclore, arte, gastronomía, testimonios de la presencia de un pueblo en su paso por la historia. Por tanto, la aparición en escena del “promotor cultural o también llamado trabajador cultural, agente cultural, administrador cultural, ha tomado largo camino y ha madurado hasta imponerse actualmente la figura del gestor cultural,” definición donde varios autores se encuentran al considerar que abarca todas las denominaciones precedentes y que incluye todos los aspectos anteriores, por lo que responde a la actual práctica cultural.